Desde el punto de vista educativo,representa un paso más en el reconocimiento de la diversidad en nuestras aulas no como un déficit, sino justamente como un valor que hay que dentificar y gestionar de forma equitativa, para lograr el pleno desarrollo de cada alumno y alumna desde el respeto de su singularidad. Una singularidad que viene dada por múltiples factores, que en ocasiones son coincidentes, como el origen racial o étnico, el sexo, la orientación o identidad sexual, las distintas capacidades o cualquier otra condición.
n los últimos años está existiendo todo un proceso por parte de muy diferentes actores sociales para que en la Educación no solo se elimine cualquier barrera discriminatoria, sino para que además se visibilice la diversidad como un derecho y una riqueza humana que está presente en todos los aspectos de nuestra actividad. Un ejemplo muy claro es el que se produce en los libros de texto: la ausencia de referencias a la historia de las mujeres, al pueblo gitano o las diversas formas de familia repercuten en la idea que las alumnas y
alumnos interiorizan de sí mismos.
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